Cuando la tierra tembló salieron con lo puesto y se apostaron allí donde había espacio. En plazas, patios escolares, parterres, jardines, aceras. Hay registrados más de un millar de campos de desplazados espontáneos. Más pequeños, más grandes, de entre 500 personas, los menos poblados, hasta 50.000, los más densos. Dos grandes campamentos oficiales, el campamento Coralle y Tabar Issa –levantados con autorización y supervisión del Gobierno de forma ordenada y con los mínimos servicios garantizados-- concentran a 70.000 personas. El resto, hasta llegar a un millón y medio, se hacinan en campos. Ahora miran al cielo, aterrorizados, esperando los ciclones.
CAMPOS DE DESPLAZADOS
Sin casa y con un ojo puesto en el cielo
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