Cuando Donald Trump congeló los fondos que Estados Unidos aporta a la Organización Mundial de la Salud (OMS) e inició los trámites para abandonar su organigrama, algunos expertos en salud global no pudieron ocultar su preocupación. El espacio dejado por el mayor donante de la agencia de Naciones Unidas no iba a ser ocupado por Europa, China o Japón sino por una fundación privada de transparencia cuestionada, guiada por el criterio de sus fundadores y sin obligación de rendir cuentas a nadie. Esa entidad, la Fundación de Bill y Melinda Gates, gasta anualmente más que la OMS en salud global, una organización de la que es su segundo donante por detrás de EE UU, datos que sirven para comprender la influencia desmedida que el matrimonio Gates tiene en el mundo.
Ruptura sonada
El divorcio de los Gates abre las preguntas sobre el futuro de su fundación
La Fundación de Bill y Melinda Gates tiene una influencia desmedida en el ámbito de la salud global
Los expertos creen que la entidad continuará, aunque no descartan que la pareja redoble sus esfuerzos fuerza de ella
Bill y Melinda Gates, en Francia, en 2017 /
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