Por aquel entonces el hoy llamado Estadio de la Cerámica se denominaba El Madrigal y lo primero que llamaba la atención era que había baldosas por todas partes. El 25 de abril de 2006 Vila-real era una fiesta. Al mediodía, los restaurantes se llenaron de comensales saboreando paellas de cualquier ingrediente y hasta el minuto 88 el campo fue una sola voz que animaba al Villarreal frente al Arsenal. Pero cuando Jens Lehmann le paró el penalti a Juan Román Riquelme un sepulcral silencio se apoderó no solo de la grada, sino de la ciudad castellonense.
La gesta de un club
El milagro del Villarreal a golpe de cerámica
Vila-real, de solo 52.000 habitantes, se lanzó a la calle para celebrar la gesta de eliminar al Bayern, representante de la ciudad de Múnich, con 1,5 millones de habitantes y nueve líneas de metro.
La cerámica da pulmón a la localidad con un centenar de fábricas, entre ellas Pamesa, propiedad de Fernando Roig, presidente del club 'groguet'.
La fiesta duró hasta la madrugada. /
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