Cuando me enteré que Rafa Nadal se iba a convertir en el embajador del tenis de Arabia Saudí me decepcioné tanto como cuando Morgan Freeman hizo de padrino en la inauguración del mundial de Qatar. Anteriormente a este resbalón ético, había sido bastante comprensiva con el tenista mallorquín. En su apoyo al rey emérito fugado, pensé que quizás eran amigos y que lo más fácil habría sido darle la espalda. Tampoco hice caso de las evidentes alertas estéticas que para mí suelen ser clave al darle el visto bueno a alguien: esa manía de tirarse de la goma del calzoncillo tenía que haberme hecho desconfiar (como me sucedió al ver a Carlos Alcaraz en los toros). Sin embargo, al escuchar la respuesta de Nadal sobre la brecha salarial en el deporte me ha acabado de petar la cabeza...
Política y moda
No vamos, Rafa
Nadal, en un acto.
Temas
Lo más visto
- Esto es lo que más mira Hacienda este año de tu declaración de la renta
- El agujero de la orientación escolar: "Me costó mucho encontrar apoyo para hacer FP; como mis notas no eran malas creían que era una pérdida de talento"
- Personas sin hogar dormirán ante el Ayuntamiento de Badalona en protesta por el cierre de un albergue: "Albiol no ha hecho nada"
- Xavi malvive y Laporta maldice
- En estas localidades de Catalunya también es festivo este lunes, día de la Segunda Pascua