Política y moda

No vamos, Rafa

Nadal, en un acto.

Cuando me enteré que Rafa Nadal se iba a convertir en el embajador del tenis de Arabia Saudí me decepcioné tanto como cuando Morgan Freeman hizo de padrino en la inauguración del mundial de Qatar. Anteriormente a este resbalón ético, había sido bastante comprensiva con el tenista mallorquín. En su apoyo al rey emérito fugado, pensé que quizás eran amigos y que lo más fácil habría sido darle la espalda. Tampoco hice caso de las evidentes alertas estéticas que para mí suelen ser clave al darle el visto bueno a alguien: esa manía de tirarse de la goma del calzoncillo tenía que haberme hecho desconfiar (como me sucedió al ver a Carlos Alcaraz en los toros). Sin embargo, al escuchar la respuesta de Nadal sobre la brecha salarial en el deporte me ha acabado de petar la cabeza...

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