Abro hilo

El 'horrorómetro' estalla en Israel en un mar de 'fake news'

Los desastres de la guerra, un ingenioso narrador y la muerte de Carlos Pumares despuntan en las redes

Masacre en el kibutz Kfar Aza de Israel / RONEN ZVULUN / REUTERS

La verdad y la propaganda

¿Puede haber algo peor que asesinar bebés? Sí: decapitarlos. Por eso los mensajes en redes sociales que aseguraban que Hamás no se había limitado a arrasar el kibutz de Kfar Aza, sino que se había ensañado especialmente con los niños de cuna, han causado tan hondo estupor en todo el mundo. La matanza ha provocado un rechazo general, y es difícil abstraerse de la sensación de que está siendo utilizada con fines políticos. En un conflicto con tanta historia como el de Oriente Próximo, se amplifica lo que sucede siempre que se enfrentan dos bandos: que algunos de los partidarios de una u otra trinchera están mucho menos interesados en la verdad que en convencer a la sociedad de que ellos tienen razón. 

Ya se ha especulado mucho sobre el caso de los bebés asesinados. Un soldado israelí le comentó a una periodista que cerca de 40 niños de cuna habían sido decapitados, y enseguida se dio por bueno que habían muerto en ese número y de esa forma espantosa. Las certezas se fueron difuminando a gran velocidad, y a estas alturas hay un enfrentamiento a cara de perro sobre el cuántos y sobre el cómo. En el fondo, da un poco igual: la masacre de Kfar Aza ya no puede alcanzar nuevas cimas en el 'horrorómetro', porque ya ha hollado las más altas. Y, sobre todo: el desasosiego que generan los dos bandos peleándose acerca de un material de disputa tan sensible es inenarrable.

En este mar de propaganda y 'fake news', lo único que está fuera de toda duda es que enviar a alguien a ver con sus propios ojos lo que pasa para que después lo cuente sigue teniendo más sentido que informarse a través de las redes sociales. Que sigue siendo importante hacer periodismo, vamos. Siempre que lo que queramos es saber qué ocurre en el mundo para formarnos una opinión propia, y no reafirmar nuestros prejuicios al margen de la realidad, claro está.