Tiene 40 años y hasta hace poco contaba con una colección de porno valorada en 29.000 dólares—unos 25.000 euros—, que le ha llevado a demandar a sus propios padres.
La pasada semana se dirigió a un juzgado de Michigan, en Indiana (Estados Unidos), donde se mudó con sus padres en 2016 tras divorciarse, para acabar con una historia que le ha traído de cabeza en las últimas semanas.
Cuando volvió a marcharse de casa de sus padres diez meses después, éstos enviaron sus pertenencias a su nueva vivienda en Muncie, pero faltaban 12 cajas de revistas y películas de pornografía con títulos como Frisky Business y Big Bad Grannys.
Según informa la prensa estadounidense, primero puso una queja en la policía pero no resultó útil.
Ahora ha ido más lejos y ha puesto una demanda en la que solicita el pago de daños por 87.000 dólares—77.000 euros— y adjunta un correo electrónico de su padre: "Te hice un gran favor deshaciéndome de esas cosas".