Llevas unos meses con tu nueva pareja y parece que eres feliz. Parece. Sin previo aviso, el o ella desaparecen repentinamente de la faz de la tierra. Ni una llamada, mensaje o visita responden a tu inevitable preocupación por esta persona a quien quieres. Te has convertido en víctima del 'stashing', término inglés creado recientemente para denominar este fenómeno social. 

El 'stashing', que acompaña al ser humano desde hace largo tiempo, divide a las personas en dos grupos: el 'fantasmeador' ('ghoster') y el 'fantasmeado' ('ghosted'). Tras ocultar la relación sentimental a familia, amigos y conocidos, el fantasmeador disfruta de la íntima compañía de su pareja hasta que decide esconderse ('stash') indefinidamente. 

Una decisión de la que la persona fantasmeada no tiene causa de conocimiento. En consecuencia, recibe dolor, sufrimiento y celos ante la inexplicable desaparición de esa aparente media naranja, pues se cuestiona posibles errores que haya cometido en materia afectiva o sexual. 

Mil y un motivos detrás 

Una segunda relación sentimental, la incapacidad para afrontar la decisión de romper con la pareja o las infidelidades regulares con otras personas pueden ser algunas de las razones que induzcan al fantasmeador a realizar el 'stashing'.

En caso de que el fantasmeador decida volver a la vida de su pareja, este lo hace sin aportar ningún tipo de explicación que justifique su ausencia. Simplemente ha resucitado, se ha librado del cautiverio de sus secuestradores imaginarios. Mientras tanto, el fantasmeado ha sido tratado como un sucio y pudoroso secreto.