Dicen que el dictador portugués António de Oliveira Salazar detestaba el fútbol. Catedrático prestigioso de porte aristocrático, el fundador del llamado Estado Novo hacía gala de un elitismo acendrado y, a diferencia de otros déspotas de la época que veían en los espectáculos de masas un eficaz instrumento de control, consideraba que cualquier pasatiempo que reuniera a mucha gente en un mismo recinto era necesariamente embrutecedor y potencialmente subversivo. Una “invitación al comunismo”, tal como él mismo dejó escrito cuando en 1943 se prohibió en Portugal el deporte profesional.
La 'playlist' de la Euro
Una pantera negra en la casa del dictador
'Eusèbio'
Sheiks
Portugal
Eusèbio, con la camiseta roja del Benfica, en un partido contra el Milan en 1963.
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