En los últimos años, las entidades bancarias han dado alas a sus divisiones de banca privada, dirigidas a clientes con un abultado patrimonio. Desde estos departamentos –que a menudo están físicamente separados de las oficinas bancarias convencionales– se ofrece a estos clientes vip una atención personalizada, para extraer el máximo beneficio de sus finanzas, propiedades o empresas. En este cometido es esencial el trabajo del gestor de banca privada, una figura obligada a establecer una estrecha relación de confianza con cada uno de los miembros de su cartera de clientes. Este suplemento recoge algunas de las claves del sector.

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