Se cumplen 90 años de la proclamación popular de la Segunda República por medio de las urnas, esa que fue traicionada y abolida mediante las armas por Franco y sus secuaces asesinos, y apoyada financieramente por la Iglesia, el Borbón, la burguesía, la nobleza y los caciques.
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La abolieron porque el sistema republicano daba más importancia a las clases desfavorecidas que a las privilegiadas, a la enseñanza pública frente a la eclesial, a los maestros ante los militares, a la inteligencia frente a los dogmas religiosos, a la igualdad entre varones y mujeres aprobando el sufragio femenino con Clara Campoamor, que murió en el exilio como tantos otros intelectuales; ella pudo librarse de ser asesinada como Federico García Lorca y muchos otros.
Esos logros en tan poco tiempo molestaron a los privilegiados, y ahora sus herederos, sean hijos, nietos o desvergonzados siguen defendiendo esas desigualdades, con la corrupción y privatizaciones de todo lo público. Por eso la destruyeron y desde entonces intentan destruir su memoria.
No lo no consintamos, recordemos y luchemos por su retorno.