En otras poblaciones, además de las molestias descritas por otros participantes, se añade la circunstancia que el ayuntamiento les permite ocupar el espació públic como almacén. O sea, que cuando cierra el bar, amontonan las mesas y sillas al lado de un árbol o farola, las atan y ahí se quedan hasta el día siguiente. Y si se van de vacaciones, no importa, las pueden dejar todo el tiempo que haga falta. Y ello pasa, por ejemplo, en mi ciudad: Vilafranca del Penedès.
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