Como la pregunta era tan complicada y más digna de un examen de selectividad que de un referéndum, pues posiblemente no la he entendido y mucho menos el resultado. Según he podido escuchar y leer, los griegos han votado no a la Unión Europea pero sí al euro y a Europa. Es decir, no quieren vivir bajo los dictados de Merkel y de la troika pero sí beneficiarse de los rescates, de los préstamos y de todo aquello que signifique recoger sin antes haber sembrado. Es indudable que pese a que el resultado ha sido adverso para la UE, no se puede abandonar a Grecia, y sobre todo a su pueblo, y dejarla en manos de quienes ahora, y otros durante años, la han gobernado y la han llevado a la situación actual. Si hay que rescatarla de nuevo, habrá que hacerlo y si hay que prestarle dinero para que los bancos tengan liquidez y puedan abrir sus puertas para que los griegos dispongan de efectivo pues también habrá que hacerlo. Ahora bien, quienes acudan a Bruselas para negociar lo habrán de hacer con buena disposición para el diálogo, pero sobre todo con la honrada convicción de que el dinero que reciban ha de servir para crear riqueza y así poder devolver aquello que se les ha prestado.
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