En Catalunya, sobre todo en Barcelona, los acontecimientos de la semana pasada han sido increíbles. Es lamentable tener que vivir en nuestra propia ciudad con calles cortadas al tráfico, aeropuerto y carreteras bloqueadas, trenes saltándose los horarios previstos, tiendas cerradas, coches quemados, hogueras, mobiliario urbano destrozado y, en general, mucho nerviosismo.
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No obstante, el sábado por la noche en concreto, cuando al llegar a casa conecté la televisión con ganas de incrementar la información con imágenes y opiniones televisivas, y escuché al presidente de Ciudadanos en la Sexta explicando las hordas y las hogueras de Barcelona de una forma que no se correspondía con la realidad, me indigné. Seguramente, su manera tendenciosa de contar lo ocurrido tenía que ver con las numerosas llamadas de amigos míos (la mayoría de ellos muy asustados), residentes en otros rincones de España y del extranjero que recibía continuamente interesándose por mi persona y mi familia.
Exagerar las cosas no ayuda a solucionar los problemas, al contrario; al deformarlos, los complica y hace más largo y tortuoso el camino para solucionarlos.