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El último de su especie

Un orangután del Zoo de Barcelona con su cría. / ELISENDA PONS

Gracias al aumento de conocimiento y por lo tanto de sensibilización, los parques zoológicos actuales son, en términos generales, mejores que hace 100 años. Hoy en día, su razón existencial reposa sobre tres grandes pilares: La conservación de especies, la educación y la investigación.

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De los tres pilares, el Parque Zoológico de Barcelona es líder en los tres, haciendo de éste uno de los mejores zoos de Europa y del mundo. Es de los mejores sí, pero no es perfecto. Ningún parque zoológico del mundo es perfecto porque ninguno se puede comparar con la selva amazónica, los bosques mediterráneos o la sabana africana. Desgraciadamente muchos de éstos hábitats se encuentran en medio de una guerra, son deforestados o bien sufren la caza furtiva de especies, haciendo que se conviertan en lugares peligrosos para la supervivencia de cualquier ser vivo y en consecuencia creando poblaciones biológicamente inviables.  

Es por ello que los zoológicos actúan como reservorio de especies, como refugio de los últimos individuos vivos de orangután, de estornino de Rothschild o de la rana gigante de la isla de Montserrat por poner algunos ejemplos. Son el remedio creado por unos determinados humanos a fin de paliar las terribles consecuencias causadas por actos llevados a cabo por otros humanos. Y como todo remedio, no es cien por cien excelente sino que debe mejorar en el tiempo.

Las mejoras solamente llegaran por las vías de la educación y de la investigación. Si conseguimos que un niño aprenda a darle valor a una especie, entonces estaremos enfundándole las ganas de protegerla, de respetarla y por lo tanto de conservarla. Si cuando crezca decide dedicarse a la ciencia, entonces podrá investigar sobre las necesidades tanto espaciales como sociales de la población cautiva de dicha especie y ello va a permitir mejorar la condición de cautividad de ésta, ayudando así a su conservación y por lo tanto a salvar a sus últimos representantes vivos.