Se habla de una sociedad abocada al consumismo. Todo el mundo acepta en diferente grado sentirse inmerso en esa cultura del consumo desmesurado o irracional: 'smartphones' y su tan al parecer necesaria actualización cada pocos meses mediante un terminal nuevo; videoconsolas con las que practicar deportes sin practicarlos; televisión de pago donde poder ver "antes que nadie" lo que al final emitirán gratuitamente, aunque esta vez con miles de anuncios donde se vuelve a sumergir al individuo en ese mundo tan deseado del 'manual de cómo vivir'; modas sociales como el 'running' o el 'crossfit' y la obligatoriedad de comprar todos los complementos necesarios para su práctica... y un largo etcétera. Pero curiosamente viajar no acaba de entrar en esa lista. 'Hacer turismo' no es más que otro invento metido a la fuerza en la manipulable mente social; en lo más profundo del subconsciente del individuo, allí donde residen las inquietudes más viscerales. Detrás de esta realidad se esconde una maquinaria casi tan indestructible como inconsciente cuyo objetivo o razón de ser no es otro que el de alimentar a toda costa ese cáncer que, paradójicamente. no abastece a la sociedad sino que la consume.
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