Reflexión tras el encuentro de Obama y Zapatero

Los gestos los carga el diablo

Hay una gran diferencia entre los pies en la mesa de entonces y la mano en el hombro de ahora

ALFREDO Conde*

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Las palabras, los gestos y hasta las sonrisas son símbolos. Los gallegos tenemos (todavía) muchas palabras para denominar la lluvia, que no siempre cae de arriba abajo, como sospecha la mayoría, o para las nieblas, que tampoco son nunca iguales. Hay un tipo de niebla, bajita y cabrona, llamadachasga,que puede estragar una cosecha entera de patatas. Hay otras nieblas, acaso mucho más peligrosas, que pueden arruinar lo que llevó lustros construir y fue posible gracias a enormes esfuerzos realizados en la siembra de palabras. Los chinos, según cómo sonrían, pueden indicar desde enojo hasta complacencia, pasando por unas cuantos estados de ánimo e incluso de conciencia de lo más dispares. Dicen que las sonrisas más duras y crueles son aquellas que matan las palabras. Dicen que suelen esconder colmillos retorcidos, de esos que hacen que la respiración se acorte y aparezca sibilante o estertórica, se- gún los casos.

LAS

PALABRASlas carga el diablo; no siempre, pero sí muchas veces. Suele suceder así cuando, a las palabras, se las sustituye con sonrisas que oculten la ira y la prepotencia, la soberbia y la vanidad, la altanería y la jactancia. Es posible poner algún ejemplo; este, sin ir más lejos: no es lo mismo un boato real que un real boato. El primero es aquel al que nos acostumbran los reyes, incluso los reyes sin corte y apenas cortesanos, como los nuestros actuales. Se suele manifestar sereno y ayuno de pecados secos.

¿Que cuáles son los pecados secos? Aquellos que se diferencian de los húmedos. Estos suelen cometerse de cejas para abajo; aquellos, de cejas para arriba. Son secos los citados en el párrafo anterior. A ellos podrían añadírsele la avaricia, la impertinencia y la tosquedad, que nunca confundiríamos con la vulgaridad, la codicia y la envidia, amén de algunos otros más que no será necesario reseñar, pues por ahí iba a andar la cosa.

Los de cejas para abajo producen gentes mucho más tranquilas y tolerantes, más dispuestas a tender la mano a un semejante y a pecar de mirada, palabra y obra, tanto en el requiebro como en la ingesta alimentaria, en las tareas propias de la reproducción de la especie o en todos aquellos pecados comunes a los hombres y al parecer ajenos a los dioses. En fin, que el boato implica un padre que se puede emocionar como cualquier otro ser humano.

El real boato, en cambio, es el que se gastó aquel a quien elbig brotherJeb Bush,a la sazón gobernador del estado de Florida y hoy al parecer aspirante a senador, llamó "presidente de la republica española". El entonces señor presidente, casó a su hija en El Escorial con un real boato que no pocos consideraron excesivo y desproporcionado, cuando no paleto y como de nuevo rico, por no decir de advenedizo. No creo que hubiese lágrimas en la ocasión citada.

¿Y los gestos? ¡Ah, los gestos! ¿Qué decir de ellos? ¿Se acuerdan de aquellos pies puestos encima de una mesa? Fue en la ocasión en la que se sentaban a ella, de un mismo lado, y no es solo un decir, el hermano del gobernador de Florida, a la sazón presidente de EEUU, el jefe del Gobierno inglés y el padre deAna Aznar.Se trató de una ocasión gloriosa en la que se inmortalizó el momento de inventarse una guerra, ese gran pecado seco. El atroz instante de meternos a todos en un conflicto que aún no terminamos de pagar. Pues bien, aquel fue un gesto. Todo un gesto. Afortunadamente existen otros.

Entre el significado de aquellos pies puestos encima de una mesa, acompañados de dos sonrisas complacientes e incluso permisivas, de los otros dos miembros del terceto, acaso llenas de obsecuencia, y el de este otro gesto de la mano del nuevo presidente de Estados Unidos expresivamente posada en el hombro del actual presidente del Gobierno español, media un abismo. Aquel fue un gesto muy pedestre; este recuerda más una mano tendida que un patada dada desde abajo, no me atrevería a decir que por elevación, precisamente. Entre la serenidad de este y la sonrisa crispada que acompañó aquel median palabras que desvanecen nieblas: "no solo entiende de verdad los problemas de España, sino que se toma muy en serio la influencia de su país en el mundo".

TAMPOCOaquellos tiempos eran estos. Entonces, acaso sin ser conscientes por entero, vivíamos los coletazos de un mundo feliz, creado artificialmente, en el que el boato era el pan que alimentaba todas nuestras vanidades. Solo algunos, muy pocos, se habían atrevido a vaticinar esta situación actual. Se podía predicar a gusto, el trigo fluía como llovido del cielo cual maná. Había que tenerlos muy bien puestos, pero en su lugar de descanso y sin atreverse nunca a ponerlos encima de la mesa. Incluso nos reíamos con los acentos de importación y definitivamente impostados. Todo era boato.

Tras tiempos, tiempos vienen. Aquellos colaboraron muy firmemente a traernos estos, tan duros. Estos quizá empiecen a anunciarnos otros, más amenos, menos secos, llenos de humedales como oasis. Ojalá estos de hoy sean de modo definitivo menos pedestres y más propios de esa prodigiosa máquina que es la mano del hombre, capaz de lo más abyecto y de lo más sublime, pero completamente incapaz de dar una patada y expresar con los pies una mala idea subida en mala hora a la cabeza. Mientras tanto, sonriamos.

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* Escritor.

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