Después de estar unos dos años sin apenas haber subido el precio de las tarjetas de transporte en Barcelona, ahora se sacan de la manga lo que se supone es más beneficioso para los que usamos el transporte público. En mi caso, pensionista que viajo algunas veces cada semana, y cuya pensión apenas aumenta cada año, me suben la T-10 (recordemos que es la de más uso), más de 1 euro por tarjeta. Yo no puedo acogerme a la tarjeta rosa de pensionista porque mi pensión sobrepasa el mínimo establecido por el ayuntamiento, lo cual hace que me sienta muy perjudicado, como le ocurrirá a miles de ciudadanos de Catalunya.

Y ya no digamos con el cambio a unipersonal para muchas familias que se la pasaban entre ellos o las personas incívicas que se nos cuelan por delante o por detrás en las entradas o estaciones de metro y tren. Por todo ello me siento discriminado y muy perjudicado. Y, sinceramente, así no es como se fomenta el uso del transporte público en el país. Luego se quejarán de contaminación y atascos en la zona metropolitana de Barcelona. Tras el distintivo y restricción del uso del coche con la contaminación en zonas urbanas, ahora las tarjetas de la TMB. Así es como piensan en nosotros, perjudicándonos en vez de facilitarnos el transporte.