Todos conocemos la historia en la que el ejército griego ganó la batalla de Troya gracias a un caballo de madera hueco, en cuyo interior se escondieron sus soldados, y al caer la noche, atacaron por sorpresa. Esta historia, muy lejana en el tiempo, me vino a la memoria con los atentados de Charlie Hebdo y desde hace unos días he vuelto a recordar.
Entretodos
Se esconden entre nosotros y, en el momento preciso, atacan donde más nos duele. Deben creer que han ganado la batalla. Deben estar contentos por el número elevado de muertos causados. Pero que no se equivoquen, su alegría es su vergüenza.
Debe ser frustrante para ellos, intentarlo una y otra vez. Ver cómo, aun atacando donde más nos duele, seguimos aquí, firmes, sin flaquear, manteniéndonos en nuestros valores, en todo por lo que durante siglos hemos luchado. Y así seguiremos, luchando por los derechos humanos, por las libertades de los pueblos, por la igualdad entre las personas; luchando por aquellos que no pueden hacerlo, por aquellos a los que nadie escucha, en nuestros países y fuera de ellos.
Cuanto más nos ataquen, más daño nos hagan y más nos obliguen a ceder, nosotros más fuertes nos haremos. Liberté, Égalité y Fraternité.