El clásico, protagonizado por el Real Madrid y el Barça, trae cola. Se desató la polémica con el denominado gol fantasma. El árbitro consultó al VAR. El colegiado del VAR sentenció que no existía evidencia de que el balón, golpeado con un sutil tiro de espuela de Lamine Yamal, hubiese cruzado toda la línea de meta. Extrañamente, ninguna de las 36 cámaras instaladas, por lo visto, pudo determinarlo.
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El presidente del Barça ha anunciado que el club requerirá todas las imágenes y audios de la jugada. La Federación responde que no se las facilitará. En tiempos de tecnología avanzada es censurable que no se disponga del llamado ojo de halcón, es decir, del sistema de detección automática de goles que objetive el lance del juego y disipe dudas.
Unos dirán que la amenaza de Laporta con llevar el asunto a los tribunales ordinarios es un canto de sirena y una cortina de humo para tapar la necesaria autocrítica. Sin embargo, no es una posición gratuita ni ventajista ante una eventual indefensión. Si de veras se pretende que la Liga de Fútbol sea la mejor del mundo deben evitarse errores que pueden empañar la competición.