Hace ya muchos años, tenía una agencia de transportes. Alquilábamos vehículos de reparto por horas, repartíamos por los recadores los envíos de las empresas. Invertimos mucho dinero y mucho trabajo en el negocio, pero el mercado cambió y las agencias de paquetería, empezaron a recoger ellas mismas la mercancía a las empresas dejándonos fuera del mercado. Teníamos dos salidas: cerrar o adaptarnos a las nuevas circunstancias.
Entretodos
Decidimos negociar con los recaderos y hacerles ver que les era más rentable contratar nuestros servicios que asumir directamente el servicio con sus vehículos. Al cabo de unos años, todas las recogidas y entregas volvíamos a hacerlas nosotros.
Los taxistas aprovechando que son un servicio público en régimen de monopolio están chantajeando al Gobierno y ayuntamientos, bloqueando ciudades y amenazando con cerrar las fronteras.
En lugar de adaptarse a internet, a las nuevas tecnologías y a las tendencias del mercado pretenden mantener su monopolio frente a las nuevas directrices y atacan físicamente a la competencia, un síntoma de impotencia y de agotamiento ideológico.
El estado no debe ceder ante este chantaje nadie debe imponer su monopolio a base de amenazas y violencia. Si son incapaces de negociar y adaptarse al futuro están condenados a desaparecer como sucedió con los videoclubs o los servicios técnicos de electrónica. De ellos depende, renovarse o morir.