17 de agosto, dos años ya de aquella desgracia y seguimos sin aprender nada de aquella barbarie, seguimos sin entender lo que pasó y repetimos nuestros errores.
Entretodos
El peligro no está en que un chaval de 20 años decida coger una furgoneta y hacer su justicia. Sufrimos el síndrome de "no es lo mismo" y seguimos anclados en el discurso del odio, del yo soy diferente (mejor) que tú por el simple hecho de haber nacido en un lugar o tú eres un opresor por pensar diferente a mí que poseo la razón. Seguimos con los discursos separatistas, con las provocaciones, seguimos arengando a hermanos contra hermanos, llenamos nuestras calles de símbolos, nos regocijamos en el victimismo, creamos mártires, líderes iluminados, héroes, traidores a la causa.
Instalamos en la población la idea del opresor, del tirano, de que somos un pueblo oprimido, que nos niegan un derecho divino, una herencia histórica. Seguimos sin aprender nada y continuamos acumulando odio, porque no es lo mismo, cómo vas a comparar aquello, que es una barbarie, un asesinato, con nuestra causa justa y merecida. No es lo mismo hasta que un chaval de 20 años con pocas luces, al que le han metido todas estas ideas en la cabeza, decida que ya es hora de hacer algo, de hacer pagar a los que nos oprimen.