Con el auge de las redes sociales todos hemos visto cómo los 'influencers' viajan como turistas o voluntarios a países empobrecidos.
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La problemática recae en que este turismo y voluntarismo de orfanatos está extendiendo la idea de que esos niños necesitan amor de unas personas blancas que van cambiando cada quince días, porque claro, las personas blancas son buenas y son las que salvan al resto de la humanidad.
Al final, lo único que están haciendo es exponer a menores para que las personas blancas 'demuestren' su bondad, con imágenes de voluntarios acompañadas de textos que piden compasión de los seguidores. Y con esto se cae en prácticas completamente innecesarias, porque esos niños no necesitan eso para ser felices.
No somos el centro del mundo. Paremos.