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"Es sensato, no cobarde ni retrógrado, exigir información y control sobre la tecnología inalámbrica"

Un transmisor de microondas parabólico apunta a una antena rectificadora como parte de la demostración de transmisión segura y continua de energía: microondas (SCOPE-M).

Escribía en febrero: "La nueva ley de telecomunicaciones olvida el principio de precaución". Ahora que ya se ha aprobado, vemos, además, cómo se aplican conceptos que no significan lo que parece. Me refiero al principio DNSH ('do not significant harm') definido en la comunicación de la Comisión Europea 'Guía técnica sobre la DNSH, cómo no causar perjuicio al medioambiente', principio que, según esta ley, cumple la tecnología inalámbrica.

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Nuestra demanda de precaución sobre esta tecnología, sistemáticamente desatendida, es el resultado del conocimiento de la historia de la tecnología. Tecnología es la herramienta con la que los humanos mejoramos nuestras condiciones de vida, desde el dominio del fuego y la fabricación de herramientas de sílex, en la prehistoria, hasta la realidad virtual o la fabricación de nuevas vacunas. Constatamos diariamente que la aplicación imprudente de muchas tecnologías nos ha causado graves perjuicios: agujero de ozono, envenenamiento de las cadenas tróficas, contaminación de las ciudades y de las aguas, residuos plásticos…

La tecnología siempre tiene un riesgo, tanto más elevado cuanto más compleja; y se explica muy fácil: su conocimiento es mínimo al principio y se aprende mediante ensayo-error. La certeza de esta afirmación se constata al observar cómo, de entrada, las tecnologías se aplican con un optimismo imprudente que ha obligado a corregir a la baja o a prohibir después de unos años. Por eso es sensato, no cobarde, no retrógrado, exigir información y control sobre la tecnología inalámbrica, muy compleja, que sigue en constante evolución en la fase ensayo-error, que produce una contaminación física, invisible, de efectos sobre la salud aún poco conocidos; pero innegables a la vista de los artículos publicados. Y que, además, mueve grandes intereses económicos.

Afirmar que la tecnología inalámbrica cumple con el principio DNSH (no causar perjuicio) es mentir.