Creo necesario agradecer a los jueces de instrucción y a la justicia en general, la labor, el buen tino y la limpieza exhaustiva que está llevando a cabo con la clase política corrupta. Eso deviene un bálsamo y un antídoto para al ciudadano decente.
Entretodos
Rita Barberá merecería capítulo aparte. Recuerdo las peculiares declaraciones del expresidente de la Generalitat de Valencia, Francisco Camps, saliendo en su defensa como un miura cuando se cuestionaba su dudosa honestidad y su gestión sin mácula: "¿Rita Barberá...? ¡Por Dios! ¡Si Rita, no se ha llevado ni una bolsa de 'rosquilletas'!". Ahí queda en la hemeroteca. Y en nuestra memoria, que al igual que la realidad, es tozuda y persistente.
El caso es que el presunto blanqueo de dinero llevado a cabo por el Ayuntamiento de Valencia, justo en las décadas en que Barberá ejercía de alcaldesa, han propiciado que se acabe la paciencia de Rajoy y el anuncio de que Barberá abandona el Partido Popular.
Sin embargo, pasa al Grupo mixto y se aferra al escaño de senadora por las Cortes como a un clavo ardiendo. ¡Pues nada, doña Rita...! ¡A seguir cobrando, que son dos días! ¿Los ciudadanos...? ¡Cómo se le ocurre...! Pues a seguir jorobándonos con esa corrupción sistémica y a seguir financiando su sueldo vitalicio de senadora presuntamente corrupta, una vergüenza para el país y un agravio al ciudadano honesto.
Lo más injusto es la situación de blindaje. Dado que el escaño del Senado es de Barberá, la ley la ampara, como si tratase de la voluntad explícita de los votantes...Y no, es un cargo a dedo, designado por el Partido Popular.
Señora Barberá: no sabe usted 'el caloret' y la vergüenza que experimento al constatar semejante impudicia. Si aún le quedan arrestos, una migaja de dignidad, renuncie a su escaño y a su condición de aforada.