En respuesta a la carta publicada en EL PERIÓDICO el 17 de enero y firmada por Julián Arroyo, me han llamado la atención varias cosas, especialmente la última frase: "Rezando solo se arregla la mala conciencia". Yo creo que la cosa no va por ahí, creo que es algo más que aliviar la conciencia.
Entretodos
Rezando ponemos nuestra vida, y con ella nuestras acciones, en manos de Dios. Y en coherencia con ello, hemos de tratar de contribuir a un mundo mejor, estando con los más desfavorecidos, con los inmigrantes, y luchando contra la pobreza y el machismo, como acertadamente dice el señor Arroyo, sin distinguir entre rojos y azules, blancos o negros. Si no lo hacemos así, nuestra vida se queda coja.
Lo que sucede es que en estos tiempos hay opiniones muy polarizadas; o blanco o negro. Y conjugar las declaraciones del Cardenal Cañizares -por cierto, no hay nada malo en rezar por nuestro país- con las que opina el citado catedrático, no es fácil. Sin embargo, lo que nos ha de unir, creyentes o no, es construir una sociedad más justa y mejor.