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"La resiliencia caracteriza a la ciudadanía española"

Surtidores en una gasolinera de Barcelona. / Ricard Cugat

La capacidad de las personas para adaptarse a la adversidad se denomina 'resiliencia'. Desde marzo del 2020, es la característica de los ciudadanos españoles. Hemos pasado del Estado del bienestar al Estado de la adaptación a las circunstancias adversas. Ya sea en sanidad con una pandemia que, en lugar de finalizar, vuelve a repuntar. O en la energía con una carestía inimaginable tan solo hace un año. También en los alimentos, que no cesan de incrementar sus precios. Todo ello nos ha llevado a un IPC brutal del 10,2% al cierre del mes de junio.

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Cada ciudadano busca adaptarse ante esa situación, bien haciendo menos comidas al día, bien reduciendo la cantidad de alimento ingerido; o bien haciendo menos repostajes en el surtidor de gasolina, o apagando el aire acondicionado, a costa de sudar más. Son pequeños ejemplos de los cuales los políticos no hablan, porque tienen en Putin el origen de casi todos los males de la ciudadanía española. Más bien, nuestra ministra de Economía habla de la buena marcha del ramo de la que es responsable, ante unos ciudadanos atónitos de ver cómo no se materializa dicha bonanza en su día a día, más bien lo contrario.

Seguimos escalando el incremento de precios, sin soluciones a corto ni a medio plazo. Desconocemos si hemos tocado fondo en la mayor parte de los problemas que nos acontecen, porque nadie es capaz de ofrecernos las garantías y las certidumbres que necesitamos; ni Gobierno ni oposición tienen las claves para mejorar nuestra situación mientras no trabajen juntos en buscar soluciones y acuerdos. Veremos cómo termina el IPC del mes de julio. Mientras, los ciudadanos somos maestros en una resiliencia que ha venido para quedarse.