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Reformar la casa con trasfondo constitucional

Imagen del acto de conmemoracion del 40º aniversario de la Constitución. / ZIPI / EFE

A una familia numerosa la casa se le estaba cayendo a trozos. Decidieron encargar una nueva e ir trasladándose a ella al ritmo que permitieran las obras. Enseguida, los capataces se dieron cuenta de que el presupuesto de la familia no llegaría para completar la casa. Se decidió entonces traicionar a uno de los arquitectos y ahorrar en la construcción del tejado, por lo que algunos miembros de la familia se quedaron a la intemperie.

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Unos cuantos años después, algunos de sus ocupantes reclamaron que había que hacer unas reformas en la casa. Se trataba, en suma, de una operación cosmética: desplazar algunos tabiques, cambiar de sitio algunos muebles, nada que una buena empresa de decoración e interiorismo no pudiese solucionar a bajo coste. Por eso los patriarcas de la familia no pusieron ninguna pega a reunirse y dialogar sobre ello.

Pero, ¡ay!, en medio de la verborrea sobre qué se ha de entender por nación y qué por nacionalidad ninguno quiso recordar la traición a aquel arquitecto. El que redactó el artículo 47 de la Constitución, “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada… para no tener que quedarse a la intemperie…”