Que las entidades bancarias no lo han puesto fácil en la pandemia a los abuelos lo sabemos, pero que sigan sin tener escrúpulos con sus clientes de toda la vida, abuelos que tienen sus pequeños ahorros y su pequeña paga y que sigan engañándoles y tratándoles con cero empatía, ya me parece indignante.
Entretodos
Mi padre es un jubilado de 75 años que con todo su esfuerzo e ilusión se pasa más de un año ahorrando en una hucha todo lo que buenamente puede con monedas de dos euros para, así, poder costearse unos días de descanso merecidos para él y para mi madre. Y ha descubierto que, gracias a su entidad bancaria de toda la vida, Caixabank, no va a poder ser así.
Con toda la ilusión del mundo abrió su hucha y tras recontar las monedas varias veces, por su parte y por la mía, se ilusiona al ver que hay 620 euros. Posiblemente para mucha gente no es una cantidad importante, pero para él y su esfuerzo, toda una alegría. Con su pequeño tesoro se dirige a su banco y allí le dicen que no facilitan blísters, sino que tiene que depositarlas en una bolsa de plástico que ellos le proporcionan, y le dan un papel que indica que hay 620 euros. Ahora viene lo alucinante: como no lo pueden recontar al momento, en un plazo de unos 20 días le harán el ingreso en su cuenta.
El pobre hombre, confiando en que ese es el procedimiento y en que le van a dar un papel que indica que hay 620 euros, accede. Cuál es su sorpresa cuando, pasados unos días, le hacen un ingreso de 497 euros, 123 menos de lo llevado. Indignado, se dirige al banco y le dicen, con cero empatía, que el recuento lo hace otra empresa, que a lo mejor él se ha equivocado contando y que en caso de diferencia prevalece lo que cuenta la máquina, que eso lo indica en el papel que le dieron pero que, evidentemente, obviaron explicarle. ¿Se puede ser más impresentable? Fui a que me explicaran cómo con monedas de dos euros se puede conseguir la cantidad de 497 y a decirles lo que son, que eso ya lo sabemos todos.