Con dolor en mi corazón celeste, quiero expresar mi tristeza ante la noticia de que nuestro querido José 'Pepe' Mujica, expresidente de Uruguay, enfrenta un momento duro con su diagnóstico de tumor de esófago.
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Todos somos finitos, lo sé, pero uno nunca quiere ver o aceptar que la de la guadaña se acerca a quienes queremos y admiramos. Es cierto que con 88 pirulos Pepe ya no es un gurí, pero una desea que nos acompañe por muchos años más, aunque lo que realmente anhelamos es que el tiempo de los descuentos que nos regale esté libre de sufrimiento para él.
Mujica, que lleva mucho tiempo 'junado por la parca' y que fue un conocido cercano de las paredes grises, testigos de su dolor físico, mental y emocional donde quisieron apresar su voz y el eco de su lucha por la libertad de nuestro querido "paisito", nos muestra nuevamente su magnitud, aún atravesando un momento fulero.
Incluso atravesando esta nueva prueba, su mensaje no pierde la esencia inspiracional y esperanzadora que siempre lo ha caracterizado. Palabras alentadoras para la juventud que despierta y también para nuestra generación, que pintamos rebeldía en nuestras canas matizadas y le dimos nuestro voto convencidos de que en él residía el cambio que el "paisito" necesitaba.
Pepe, siempre pensando en los demás y en transmitir reflexiones de vida y amor. Tu grandeza brilla y no pierde su intensidad ante la adversidad. Nosotros, tu pueblo, estamos orgullosos de haber sido tan afortunados de haber contado con tu liderazgo. Estamos agradecidos de que hayas mostrado a los yoruguas al mundo, que la esencia identitaria de un pueblo puede y debe reflejarse en sus líderes políticos con humildad, honestidad y autenticidad, y sin marearse ante el poder.
Gracias, Pepe, por tus enseñanzas y por tu integridad -predicadas con el ejemplo más noble-, por ser siempre y no dejar de ser nunca uno de nosotros. Te hago caso, Pepe, y la bronca la transformo en esperanza, de que te quedes muchos más años con nosotros.