No hay peor castigo para la dignidad humana que arrastrarse a pesar de todo. No tendríamos que hacer caso al orgullo o al innato acto de supervivencia que hace que los seres vivos se aferren a la vida como a un clavo ardiendo.
Entretodos
La caída del Imperio Romano o quizá los días de vino y rosas. Todo tiene su punto álgido y su decadencia. Pero debemos ser coherentes y asumir con dignidad ese derrumbamiento. La luz se apaga y qué mejor manera que ser uno mismo quien le dé al interruptor.
Señora Rita Barberá, el mal ya está hecho y las luces del alba le han delatado en reiteradas ocasiones. Es tiempo de recogimiento , de tomar el orgullo y la dignidad y utilizarlos para, al menos, ser recordada como la que hizo lo que hizo pero con un punto de nobleza en su actuación, si es que, a pesar de todo, la hubiera o hubiese.