El 20 de octubre de este año se ha celebrado el 10º aniversario del fin de ETA, organización terrorista que tanto dolor causó durante años a la sociedad española y que en su trayectoria asesina dejó cientos de muertos y mutilados y un rescoldo de división y odio dentro de la sociedad vasca y española. Durante estos últimos 10 años, la sociedad civil (vasca y española) ha realizado multitud de homenajes a la víctimas, ha erigido monumentos de recuerdo y en muchas localidades cada año se recuerda con un emotivo acto el día del cruel e irracional asesinato de alguna víctima. Con ello se busca reparación y dar una dignidad a las víctimas, merecida, ante la crueldad del asesinato irracional.
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Estas víctimas del odio y la irracionalidad están teniendo los homenajes que se merecen, lo contrario de las que provocó la dictadura franquista tras el golpe de estado insensato y su represión posterior, de una crueldad innecesaria y ruin y que mantiene a más de diez mil víctimas en cunetas y fosas sin que puedan ser identificadas y, lo peor, sin que puedan recuperar una dignidad. Son víctimas de segunda, frente a las víctimas de ETA: algunos políticos de la derecha conservadora consideran que los segundos no existieron nunca y se vanaglorian de lo dicho. ¿Recuerdan a Rajoy, que presumía de asignar "cero euros" a la memoria histórica?
Los asesinatos de ETA fueron y son actos de una crueldad indigna del ser humano y deben ser dignificados, pero también los asesinados por el franquismo deben ser dignificados y homenajeados, pues unos y otros lucharon por una España y unos valores democráticos. Por eso, señores de la derecha, no se aprovechen de las víctimas de primera y dignifiquen ya a los que consideran víctimas de segunda. Aquí no hay rangos: todas son víctimas de la indignidad del ser humano, de la crueldad y del odio: unos y otros.