Son las siete de la mañana y me dispongo a leer los titulares más destacados para empezar el día informada. Lo que me encuentro son una serie de noticias que recuerdan más a las mejores jugadas dentro de un evento deportivo. Que si Sánchez enfría el pacto, que si Casado se aferra al no. Todas ellas narradas con un tono épico que parece tratar de ocultar el verdadero problema: hubo unas elecciones con unos resultados claros, pero nadie es capaz de ceder para formar gobierno.
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Esta espectacularización de la realidad política contemporánea me aterra. Quizás soy todavía demasiado idealista, pero gobernar un país no debería considerarse el premio de un torneo. No debería haber vencedores ni perdedores, ni ser una lucha constante de los egos de los más destacados líderes políticos. Formar y dejar formar gobierno debería ser un acto de responsabilidad, la responsabilidad de escuchar lo que los ciudadanos y ciudadanas hemos ido a votar, la responsabilidad de atajar problemas que son más que una moneda de cambio o elemento de presión para tener más poder.
¿En qué momento la situación política actual española se ha convertido en un torneo futbolístico?