Dibujo, 10; Filosofía, 0

El diseñador norteamericano de origen francésRaymond Loewy escribía orgulloso en sus memorias: «Si alguno de mis jóvenes lectores tuviera la pretensión de llegar a ser diseñador industrial y le gustara saber cuáles fueron mis calificaciones, ahí las tiene en su bella sencillez: Matemáticas, Trigonometría, Geometría y Dibujo: muy bien. Física y Química, Filosofía, Idiomas y Literatura: cero».

Lo cierto es queLoewy, a pesar de estaboutade,logró en los años 60 un éxito espectacular, amén de pingües beneficios. Pero su diseño se va desvaneciendo, como signo de una época de opulencia consumista que buscó en el diseño solo formas atractivas,styling,y no ideas. Yo, al joven estudiante de diseño (o de lo que sea), hoy por hoy le recomendaría todo lo contrario: estar muy atento a los avances científicos, basados en la física y la química. Escuchar y debatir con gente sabia que no tenga nada que ver con el diseño: filósofos, pensadores, historiadores... Aprender cuantos más idiomas mejor y viajar abundantemente para comunicarse con otras culturas. Y, sobre todo, leer. Leer mucho antes de poner el lápiz en el papel en blanco para dibujar. Con un concepto previo, con ideas fermentadas, sin duda los diseños salen mejor. Ahora nuestra sociedad no necesita más modelos de coches, sillas o casas, por muy bellas que sean, sino otro tipo de formalización para las nuevas necesidades. Por eso el virtuosismo delineante no es más que fuegos artificiales, finalmente más basura arrojada en nuestras casas, ya a punto de explotar. Hoy un diseñador puede sacar un cero en dibujo, mientras sea sobresaliente pensando. Y si, además, sabe dibujar, entonces ya será la bomba.