El pasado 18 de noviembre, Barcelona y sus alrededores, sufrieron un ataque sin predeterminación ni alevosía, y mucho me temo que sin nocturnidad, de una horda invisible de pequeñas partículas aromáticaspartículas aromática para nada agradables.
Entretodos
"¿A qué huelen las nubes? Perdone, pero esto no toca ahora. ¿No nota un olor así como de..? No disimule, huele a mierda. Vaya por Dios, pues eso mismo estaba pensando yo"
Y es que durante unas buenas horas, parte de la ciudad de Barcelona, L'Hospitalet y el Prat, han tenido como compañero de viaje un aroma a putrefacción que, entre risas y chascarrillos, han ido ocupando parte de las vidas de muchos ciudadanos y transeúntes.
Emulando a los antiguos y preocupándonos por el origen de los acontecimientos y en concreto, de ese olor, cientos de llamadas buscaban respuesta a esa extraña situación. Lamentablemente hubo gente que entró incluso en pánico, cavilando si estábamos ante alguna especie de ataque químico.
Fuentes oficiales dicen que se debía al abono del Parc Agrari del Baix Llobregat. Otros años se ha hecho lo mismo y no ha tenido la repercusión que está teniendo este año.
Parece que a nadie convence esta hipótesis, así que seguirán indagando al respecto. Está claro que no todo es tan sencillo ni tan evidente, a pesar de su olor.