Estos últimos días, a mi modo de ver, han sido terribles para la percepción que tenemos los ciudadanos de la justicia. ¿Cómo se puede dictaminar que un hombre que agrede a su mujer, incluso delante de sus hijos/as, debe seguir viéndolos con la regularidad que sea? ¿Alguien se cree que un maltratador puede ser buen padre? ¿Nadie piensa en el irreparable sufrimiento de esos menores cada vez que tienen que ir con ellos? Cualquier desenlace es intolerable: muerte o vidas traumatizadas.
Entretodos
A las mujeres nos ha quedado claro que la clase social es importante a la hora de violarnos. Si el que comete el delito tiene un millón de euros para pagar una fianza con el año y medio de prisión provisional, ya está listo para empezar a hacer hucha por si le apetece hacerlo de nuevo. Lo peor de todo ha sido la sensación que transmitia el susodicho de creerse impune cambiando sus versiones a su antojo y pensar que, a lo mejor, si su víctima hubiera sido alguien vulnerable, sin una red familiar de apoyo, quizás ni se hubiera producido esta mísera condena.
Para concluir, ¿era el momento de abrir un procedimiento contra Rubiales estando este en la República Dominicana? ¿En serio? ¿La idea descabellada de esperar a que aterrizara en suelo español no era posible?
A todo esto le sumamos el desolador panorama político nacional y catalán y el coctel lleva al ciudadano a una mezcla de ira, rabia, desolación... En conclusión, Vox no está necesitando ni hablar, simplemente están calentando en el ala extrema derecha.