La exaltación del fenómeno 'okupa' está viviendo su época dorada en España. El concepto en sí explica que sus miembros se adueñan solo de las propiedades que están desocupadas y/o abandonadas. Pero ¿cuántas veces leemos de personas que se apoderan de la casa de otros? Hace poco leí en la prensa que una familia con dos hijos de 7 años se fue al supermercado un sábado por la tarde a hacer la compra, y cuando llegaron, para su sorpresa, tenían a 'invitados' inesperados. Y no solamente eso, sino que cambiaron la cerradura dejando a la familia en la calle. ¿Quién responde a eso? Y lo más indignante de todo es que los nuevos inquilinos llaman a la policía diciendo que son los nuevos 'okupas' de la casa y, a partir de ese momento, excepto por un desahucio por parte de la justicia, nadie puede tocar a esa gente que se ha apropiado del nuevo piso.
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A eso le llamamos justicia española. Pero no intentes sacarlos de tu casa, ya que serán ellos los que te denuncien, serás tú el que tenga que ir a juicio, ya que el juez admite a trámite y encima quedando como imputados los dueños. ¿Hay derecho a eso? Estas no son más que situaciones bochornosas que se producen en España, donde la necesidad de una vivienda no es 'leitmotiv' del tema en cuestión. Quien hace la ley hace la trampa. Los propietarios están condenados a pagar todas las costas de los juicios y los desperfectos, ya que la mayoría de esta gente se declarará insolvente. Tal vez necesitemos de un Gobierno que mueva ficha y le eche valor al asunto.