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Oda a los campos y los huertos

Una mata de tomates, en un huerto en casa. / P. A.

El otro día mi padre me dijo: "He empezado a hacer mi propio huerto en casa de los abuelos porque considero que debemos ser más conscientes de lo que comemos y tener una vida más sostenible". Sorprendida, lo miré, y me sentí orgullosa a la vez que indignada. En la última década, términos como 'economía circular', 'km.0', 'homemade', 'plant-based' o 'slow food' se han popularizado como respuesta a la cultura 'fast' ('food', 'fashion').

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Años orientados hacia la catástrofe medioambiental debido a la sobreexplotación y globalización de nuestro planeta donde la actual necesidad de dar respuesta y una solución a corto plazo, han llevado a la actual corriente de la concienciación social. Pero ¿es totalmente lícita? El sector agrícola siempre ha estado desprestigiado socialmente, precarizado y planteado en los últimos años como una vía para aquellas personas poco formadas. Sin embargo, la demanda actual de los productos de proximidad y locales, han destapado cierta hipocresía en el ciudadano que las solicita. La constante desvalorización social del campesino frente a la ascendente demanda de su razón de ser. Indignada porque, por suerte o por desgracia, es aquí y ahora cuando me doy cuenta de que siempre he tenido un huerto de 'km.0' en casa, solo que antes no le daba el valor que se merecía.