La canción es el abrazo entre la música y la literatura, un maridaje entre dos de las artes hermosas que hemos sido capaces de crear. No entiendo por qué la literatura convencional desprecia a los cantautores y a su obra como un arte menor. En inglés, Bob Dylan y Leonard Cohen; en francés, Jacques Brel y Georges Brassens; en catalán, Joan Manuel Serrat, Raimon y Lluís Llach; y en castellano, también Serrat, Violeta Parra, Cecilia, Luis Eduardo Aute y Joaquín Sabina son ejemplos palpitantes de que la canción está al mismo nivel que las artes que en ella se hermanan.
Entretodos
El Nobel de literatura a Dylan me parece un acto de justicia por el nivel y el alcance de su trabajo, pero Serrat ha de ser el siguiente galardonado por la calidad, la humanidad y la magnitud de su obra.
El cantautor ha sido hasta hace una década la voz del pueblo, pero como nos cantaba Horacio Guarany, “Si se calla el cantor, calla la vida”, y por desgracia el cantor está amordazado, cuando no asesinado por los sicarios de la telebasura y la mordaza.
La música, la poesía, la justicia, la libertad, esas hembras que dieron a luz la utopía de un mundo mejor están perseguidas, violadas y secuestradas mientras nosotros pastamos en la vulgaridad y la falacia.
Liberemos a esas mujeres que han luchado y sufrido por un mundo mejor, por nosotros, por nuestros hijos y por el futuro de esa humanidad teledirigida por 'tablets' y 'smartphones' (los nuevos flautistas de Hamelín) hacia el precipicio de la mediocridad y el borreguil conformismo. “Para la libertad, sangro, lucho y pervivo… para la libertad" (Miguel Hernández).