La desescalada no la estamos viviendo todos igual. Por un lado, estamos los que no paramos, los que estuvimos trabajando con miedo, con desconocimiento, sin protección y con muchas dudas... los que ahora tenemos tal vez exceso de precaución porque vivimos la pandemia en el ruedo y no queremos volver a pasar por ello.
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Por otro lado, están los que la pasaron en casa, solos o rodeados de los suyos, al otro lado de la barrera, y la percepción de la realidad es escasa. No es cuestión de culpabilizar a nadie, pero no se vivió igual. Este Gobierno nos tiene enfrentados... no vamos a culpar a nadie ni vamos a justificar ninguna actitud. Tenemos dos enfoques, los que se privan del ocio, bares, vacaciones, playa... por cuidar su salud y la de los demás, y los que por otro lado, les pueden las ganas de disfrutar por encima de todo. ¿ Y qué conducta es la correcta? Escuchamos a Pedro Sánchez decirnos que habrá rebrotes pero que tenemos que vivir y disfrutar, que no se puede parar la economía, y luego a Fernando Simón pidiendo prudencia y que le preocupan los casos importados y que los rebrotes tienen que llegar.
Al final, vemos que no iremos de vacaciones, ni a la playa, pero terminaremos confinados igual que nuestros vecinos. No haremos botellón, ni fiestas ni celebraciones, pero si nuestros vecinos se excedieron, pagaremos las consecuencias.
El sentir de la calle es que el sacrificio individual no sirve, hace falta el colectivo, y no lo hay. Nos piden responsabilidad colectiva , pero ni el Gobierno se une. Están enfrentando a la sociedad, por un lado, al ciudadano de a pie, creando esos dos bandos diferentes en la forma de vivir la pandemia. Un Gobierno que presume de no discriminar y de igualdad y que está enfrentando a las comunidades, por presumir de quién tiene menos casos y quién se supone que está tomando mejores medidas.