En verano parece que la gente no trabaje, que esté solo de vacaciones. Le recuerdo a la señora Colau, que ha prohibido la entrada en la ciudad de muchos coches privados y ha hecho las 'superilles' (no quiero llamarlas de otra manera más grosera), que Barcelona tiene en julio, y ya no digamos en agosto, un nefasto transporte público.
Entretodos
Buses llenos a reventar que incumplen flagrantemente, día tras día, las normativas anticovid, con aires acondicionados insuficientes o que simplemente no tienen carga. Por ejemplo, lo de la línea V-29 es indecente: los vehículos no son articulados, y ahora en agosto son insuficientes por mucho que adapten frecuencias, ya que si pasan dos casi seguidos el siguiente pasa al cuarto de hora con suerte, con lo que ello conlleva. Carriles bici que pasan por medio de la parada del bus: un ejemplo, la parada del V-27 Ramon Albó-Felip II, una de tantas aberraciones de esta ciudad que ya no es de los barceloneses sino del turista. También quieren cargarse las paradas de gominolas y helados de La Rambla para supuestamente, en pocos años, darles terrazas a los restaurantes que hay enfrente. No lo podemos permitir. En el metro, el 40% del pasaje, y me quedo corto, sin mascarilla.
Barcelona no es Londres ni Ámsterdam ni una ciudad de Finlandia; nos queda mucho por aprender y adaptar para un transporte eficiente y que haga cumplir la normativa covid.