Estos días de terrazas y ventanas abiertas han conseguido que mis seres queridos sean todos. Todos los que luchan contra la muerte a pesar de las limitaciones, los que inventan soluciones a golpe de necesidad. El que comparte un trozo de sonrisa y el que considera justo que nos pongan delante del espejo.

Los médicos y enfermeras de las ucis el frutero de la esquina, la policía con mascarilla, el cajero del super, la periodista que teletrabaja, el militar sin camuflaje. A ellos, mi aplauso y recordar que los buenos siempre ganan. A los otros, los que defienden la solemnidad de la videoconferencia, los que justifican sus acciones sin entender que se tiene que estar a la altura, pedir que pongan los medios necesarios para que los profesionales trabajen. Explicarles también que cuando esto acabe y se abran las puertas ya no se cerraran las ventanas. Entonces mi gente saldrá a la calle para pedir responsabilidades, porque mi gente ha cumplido.