Hace una semana visité a unos amigos en Berlín. Ya en el aeropuerto, de regreso, me sumergí en uno de esos quioscos que se puede comprar de todo, y me detuve ante la portada de la revista 'Der Spiegel'.
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En la portada aparecía la imagen de una bola redonda, anaranjada y amarilla; un meteorito, ni más ni menos, con la forma de la cara de Donald Trump, dirigiéndose en medio del espacio hacia el planeta tierra. Junto a la imagen, un titular: 'El final del mundo'.
Me pareció un poco catastrofista, pero lo cierto es que las decisiones que ya anuncia aún siendo solo un presidente electo, dan más que miedo. Trump es un niño mimado, crecido entre algodones, que no atiende a razones o diplomacia, solo a sus caprichos e instintos.
Abrochénse los cinturones de seguridad y agárrense fuerte. El despegue en enero será duro.