La última semana de enero de 1977 fue una de las más crispadas de la incipiente Transición, jalonada de secuestros y asesinatos políticos. La estrategia de la tensión para acallar cualquier atisbo de apertura democrática accionaba sus engranajes. El ruido de sables palpitaba en los corrillos de los bares.
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Casi a medianoche del lunes 24, pistoleros ultraderechistas asesinaron en un despacho laboralista de la madrileña calle de Atocha a 4 abogados y un sindicalista, dejando además 4 heridos grave por creerlos muertos, todos militantes del clandestino PCE.
El 26, día del funeral, con miedo por lo que pudiera ocurrir, se produjo un giro sorprendente al garantizar el entonces ilegal PCE el orden y organización del evento. Una manifestación de proporciones desconocidas, un melancólico mar de puños alzados salpicado de claveles y rosas desbordaba las calles de Madrid en sobrecogedor orden y silencio. Ante tal demostración de músculo y madurez política, 73 días después, el sábado santo, se produjo la inesperada legalización del PCE.
Sirva, este luctuoso aniversario, de homenaje a todas las víctimas del terrorismo.