El número de personas inscritas en los gimnasios aumenta un año tras otro. La preocupación por tener una alimentación saludable es cada vez mayor, la concienciación en materia de prevención de accidentes y enfermedades profesionales sigue una línea ascendente, y la sensibilización social respecto a la contaminación ambiental y la preservación de los ecosistemas va ganando peso de manera especial entre la juventud. Ante esta realidad, llama la atención la rapidez con la que parece pasar al olvido la reciente catástrofe sanitaria surgida con motivo de la propagación del covid-19, dando paso a comportamientos inadecuados que favorecen el contagio. ¿Será que la inquietud tiene mayor relación con el bienestar individual que con la salud pública?
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