El otro día salía de clase cuando un obrero consideró pertinente observarme mientras hacía comentarios de lo más soeces. No pude evitar contestarle de mala forma y es que me da la sensación que en esta lucha damos un paso para delante y otro para detrás. Me sorprenden casos como los del grupo de WhatsApp de los 'violadores de Pamplona'. Comentarios como los que se han filtrado deberían estar penados de la misma forma que se penaliza la incitación al odio.
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Me sorprende todavía más el caso Trump. Cómo pretendemos erradicar con esta desigualdad, cuando el candidato a la presidencia de uno de los países más poderosos sale impune de decir barbaridades como las que dijo. Y no, no hay justificación alguna.
Por si todo esto fuera poco, hace unos días una joven denunciaba en los medios de comunicación que había sido agredida sexualmente en una discoteca de Barcelona y que cuando fue a pedir ayuda a los porteros del local, estos ignoraron su acusación y la trataron de loca.
¿Cómo algo tan grave puede estar tan normalizado en la sociedad? Sin duda, esta es una de las luchas más importantes que aún tenemos por ganar.