En épocas como la que nos ha tocado vivir, en la que las 'agenda-setting' de los principales informativos nos relatan las penurias económicas que España padece, experimentamos año tras año un fenómeno luminoso y sorprendente a partes iguales.
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Cuando todavía estamos tachando los últimos días de noviembre, nos encontramos al salir de casa que nuestra calle ya ha inaugurado unilateralmente la Navidad: las luces navideñas ya iluminan cada uno de sus rincones.¿Por qué tanta prisa?
Muchos estaremos de acuerdo en que la Navidad es una etapa del año distinta, en la que desconectamos un poco de la rutina, nos reunimos con la familia y, por qué no, sonreímos un poco más que durante el resto del año. Está bien celebrarla y fomentar el consumismo, al fin y al cabo repercute positivamente en la economía nacional.
¿Pero por qué tanta precocidad? Creo que es un gasto prescindible o, como mínimo, reducible, el tener todas las grandes urbes tan iluminadas durante más de un mes.