Soy catalán, sin más; sin polémicas, sin adoctrinamiento, sin ser independentista, pero tampoco sintiendo un gran aprecio hacia la figura constitucionalista. Esta carta pretende, utópicamente, esclarecer que no todo aquello que aparece en los medios debe generalizarse ni llevarse a extremos. Esta carta es una declaración a favor de los grises; no a los blancos, no a los negros.
Entretodos
En Cornellà de Llobregat realicé la secundaria y el bachillerato íntegramente en castellano, excepto las asignaturas de catalán e inglés, obviamente. Nací aquí pero provengo de familia andaluza por lo que el poco catalán que practicaba era en la escuela. De todos modos, esto no me impidió aprender el idioma, la historia y la cultura catalanas.
Entiendo que una persona en Huesca o Murcia crea que nos están adoctrinando a todos, pero no; no es así. No es culpa de los espectadores de los medios, pues yo creería lo mismo si estuviese en su lugar. Yo le hablo castellano a mi suegro y él me responde en catalán. Lo mismo puede suceder por la calle o incluso en el mundo laboral. Esto es enriquecedor, no polémico. No os quedéis con que unos impresentables reclaman a un médico que no haga su trabajo en catalán. No os quedéis, por favor, con el "amarillismo" de varios medios ya que somos más de siete millones de personas.
Si ya es difícil tener la razón, imaginemos cómo de complicado es conocer una realidad al cien por cien.
Lo escrito: ni blancos, ni negros; grises.