Está demostrado que fumar apaga la vida, lenta y dolorosamente, de 8,2 millones de fumadores al año –activos y pasivos–. La Ley antitabaco de Zapatero, aunque útil, se quedó corta y está obsoleta. Ha llegado el momento de dar un paso más. Terrazas, parques, estadios, paradas… donde los fumadores exhalan su carga cancerígena –sin entrar en la evidente extensión de enfermedades pulmonares en el humo del tabaco–, se hacen insufribles para muchos ciudadanos. Y no es que el humo moleste, que lo hace, es que siembra la muerte dañando órganos internos, en especial pulmón, corazón y cerebro; y eso sin tener en cuenta sus casi 70 sustancias químicas cancerígenas ni el alquitrán que bloquea los bronquios de quienes lo respiran.
Entretodos
El derecho a fumar termina donde comienza el de los demás a respirar aire sin cáncer.