Es asombrosa la ingenuidad que demuestra una y otra vez un amplio sector de los madrileños ante las reiteradas provocaciones de la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso. Su impúdica referencia a las costumbres de los inmigrantes, su maltrato al personal sanitario y educativo y sus guiños obscenos a las fuerzas de seguridad no dejan de ser cortinas de humo para desviar la atención sobre su absoluta ineptitud como gestora y los daños incalculables que provoca. Su talante 'trumpiano', adobado con un casticismo patricio, es solo el trampantojo tras el que se oculta un edificio en ruinas.
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