Alguien, algún día, tendrá que dar explicaciones y pedir responsabilidades por los vergonzosos cortes de tráfico que se realizan en la avenida de Meridiana a la altura del paseo de Fabra i Puig, en Barcelona. Estos cortes llevan más de un año produciéndose cada día, perjudicando a miles de personas que vuelven a sus casas. Por no hablar de los comercios de los alrededores, que bastante tienen con la crisis del covid-19.

Este grupúsculo, de unas 20 o 30 personas, está siendo auspiciado y jaleado por Quim Torra y su cohorte. Cuánto daño han hecho a la imagen y economía de Catalunya estos señores, unos supremacistas ociosos, beligerantes y agresivos que, repitiendo su mantra de República y libertad de expresión, cuando ellos no la cumplen, creen tener la razón absoluta y destilan un odio visceral a todo lo español.

Además de los inconvenientes, este corte genera un gasto enorme a diario: varias dotaciones de Mossos de Escuadra y Guardia Urbana se desplazan cada día hasta este punto para controlar la situación cuando podrían estar haciendo un trabajo realmente necesario relacionado, por ejemplo, con la pandemia.

Estoy estupefacta e indignada por el silencio que rodea este asunto por parte de todos los políticos, algo inadmisible en cualquier democracia europea por su dilación en el tiempo. Y el único que se atrevió a desalojarlos el socialista  Albert Batlle, pero le pararon los pies, y al día siguiente todo siguió igual. Por cierto, no, no soy de derechas ni del PP. Soy catalana, de padres catalanes y de izquierdas, con una diferencia: demócrata e integradora.